miércoles, 29 de agosto de 2012

Capítulo 4

Por fin llegué a la cima, con algunos arañazos (gracias a las ramas con las que me choqué) y algunos desgarrones en la ropa. Me senté en una rama gruesa desde la que se me pudiera ver, y esperé. Esperé como unos veinte minutos hasta que oí el primer silbido. Empecé a volar hacia arriba para ver quién era, y me quedé paralizada: era Casto. En la realidad no se le podía ni comparar con los vagos recuerdos que tenía de él. Su pelo negro tenía tal intensidad que parecía la más absoluta oscuridad. Y no parecía más joven, al contrario, su rostro adquiría tal madurez que hasta podría haber dado miedo.
-Valeria, siento mucho haber tardado, tenía una reunión con Los Sabios antes, y se ha alargado un poco.
-¿Cómo sabes mi nombre?
-¿Cómo no íbamos a saber tu nombre después de estar en la boca de todo el mundo desde que naciste?
-Pero...
-Nada de charlas, tenemos un largo camino y todavía te tengo que vendar los ojos.
-¿Por qué?
-Si te capturan no podrán sonsacar nada de información.
-A vosotros también os pueden capturar.
-Sí, pero tenemos las mentes protegidas, y te seguiré poniendo el pañuelo hasta que te enseñemos a proteger tu mente.
-Puf... Si no hay más remedio...-me tapó los ojos con una oscura tela y dejé de ver. Sentía su respiración a mi lado, y me gustaba, pero reinaba un incómodo silencio entre los dos.
-Lo siento mucho por borrarte la memoria el otro día, pero poco a poco recordarás todo lo que pasó.-me dijo.
-Ya, pero si de todas formas me iban a contar lo de sangre azul, creo yo que no hacía falta.
-¿Y cómo me iba a librar de tus preguntas? ¿Cómo te iba a llevar a casa?
-¿Me llevaste tú?-ya lo sabía, pero quería oír las palabras de su boca.
-Sí hija, y creeme cuando te digo que ha sido más difícil llevarte a ti que a un saco lleno de elefantes.
-¿¡Me estás llamando gorda!?
-No, pero no parabas de movertey de dar patadas. Parecía que no estabas dormida.
-Se llama instinto.-dije algo mosqueda. Vaya, Casto era un chulo... Pues como se dice vulgarmente... ¡Para chula ya estoy yo!-es una cosa que nos previene de los niños que se creen superiores.
-Vaya, habló la señorita que está a mi merced con los ojos cerrados y que perfectamente podría estrellarla con un árbol.
-¿Y a quién culparían? Te recuerdo que tu eres quien me tiene que llevar.
-Hum... Es verdad... ¿Y qué tipo de nombre es Valeria? Suena demasiado a... Debilidad, cursilería, niña pequeña...
-Mira niñato de mierda, este nombre me lo puso mi padre, ¿vale? Y si te metes con mi nombre te estás metiendo con él y con su recuerdo, y eso es algo... que no... ¡PERMITO!- y dicho esto me salió un torrente de energía de las manos que dirigí hacia el cielo. No veía nada y estaba asustada. ¿Qué estaba pasando? ¿Qué era esa energía? ¿Por qué no podía parar de una maldita vez? Una vez pensado esto, el torrente de energía paró y me sentí desfallecer. No tenía fuerza, y me estaba empezando a marear. Me quité la venda de un tirón y la dejé caer. Miré cansadamente a Casto y la negrura me envolvió.

De repente Valeria subió las manos y envió un torrente de luz azul al cielo. ¿Pero que era eso? El torrente terminó y Valeria se quitó la venda y la dejó caer. Me miró y empezó a caer hacia el bosque. Me quedé como si estuviera viendo una película. De repente reaccioné y me lancé en picado a por ella. La cogí justamente antes de que se estrellara con una rama. La miré a la cara. Era guapísima, con su rubio cabello, sus labios carnosos y sus largas pesatañas. Pero lo que más me gustaban eran sus ojos. Me había dado el tiempo justo para memorizarlos: eran marrones caramelo con miel fundida. Ya era demasiado fantaseo pensar en ella, y más aún pensar que podría tener oportunidades, así que con resignación decidí llevarla al Refugio, donde los Tres Sabios sabrían qué hacer con ella. Y probablemente no la volvería a ver más. Ojalá pudiera autoinculcarme la amnesia... Pero bueno, sabía lo que me esperaba y aun así decidí arriesgrame. Soy idiota. Pero... ¿Por qué no la llevo ya? ¡Podría estar herida! No tengo que pensar en ella, no tengo que pensar en ella, no tengo que pensar en ella...


Desperté en una cama extraña a la mía. Era de noche. De golpe, recordé todo: a Casto, el torrente de luz, y después nada. Me di cuenta de que estaba rodeada de tres viejos.
-Hola Valeria...

1 comentario:

  1. Este capítulo me ha gustado más que los anteriores, esta muy bien y se nota que te lo has currado.
    Suerte!!

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