viernes, 24 de agosto de 2012

Capítulo 3

-Dime hija, ¿qué quieres?
-¿Sabes quién me trajo a casa por la noche?
-Nadie, te encontré apoyada en la puerta.
-¿Estás segura? Porque yo recuerdo a un chico que me dijo que te pidiera que te contara todo sobre mi sangre.-insinué
-Pero qué dices, yo no...
-No me vengas con esas mamá, quiero que me lo expliques todo, y no voy a parar hasta que me digas todos los detalles.
-Vale, te contaré lo que nos pasa.
<< Hace muchos siglos, una humilde campesina se enamoró de un noble príncipe, y el príncipe de ella. Lo que la campesina no sabía era que el príncipe había sufrido una pequeña mutación, al ser herido por una espada manchada con sangre de halcón. Esto le permitía volar sin tener alas siempre que lo deseara. Lo malo era que cada vez que sangraba, su sangre era azul. Esto decidió ocultarselo a su amada hasta... el momento adecuado. Ella se quedó embarazada, y murió en el parto. El bebé fue un niño, el cual fue transmitiendo los genes de sangre azul a todos sus hijos, nietos, bisnietos... Siempre que fueran varones. Pero una malvada bruja hechó una maldición. Auguraba la destrucción del mundo tal y como lo conocemos con el decimosexto cumpleaños de una hembra que fuera sangre azul. Ovbiamente no se preocuparon mucho, pues habían comprobado que solo los varones podían tener el don. Pero cuando naciste tu, de repente empezaste a volar, y entonces tu padre me lo contó todo y, años más tarde... ya sabes... murió. Y ahora todos te están buscando para matarte, porque se creen la maldición, pero hay una parte que desconocen. Dice que puedes salvar también el mundo matando a la bruja que nos maldijo a todos. >>
-Y entonces... ¿a qué estabas esperando para instruirme?
-No podía hasta que el árbol te llamara y dieses tu primer vuelo sola allí.
-Pero... ¡sólo tengo un año para prepararme!
-Pero tenemos más ayuda, más sangre-azules.
-¿Como aquel chico?
-¿El que te trajo a casa? Sí, ese es sangre-azul. Se llama Casto. Tiene un gran puesto en el poder, a pesar de tener sólo diecisiete años. Es el más joven, y al ser más o menos de tu edad podría ayudarte a sobrellevar todo lo que te viene.
-Vale, pero prométeme que no me dejarás en ridículo, por favor.
-Vaya, parece que te ha entrado por el ojo ese chico, ¿eh?
-¡Pero qué dices, si apenas recuerdo nada de él! ¡Me durmió y seguramente me borró la memoria!- pero en realidad le recordaba perfectamente: alto, musculoso, pelo un poco largo y por los hombros, ojos... bueno, de eso no me acordaba bien, no recordaba si eran verdes o azules, y parecía un poco joven para su edad, aparentaba dieciséis... pero era guapísimo.
-Bueno, si te apetece, vamos hacia allá.-dijo mi madre con tono sarcástico.
-No estarás insinuando...
-No lo insinúo, lo afirmo.-dijo riéndose. Yo me cabreé y fui andando hacia el árbol, donde intuía que era donde estaba la reunión. Mi madre me siguió riéndose, hasta que llegamos a los límites del claro. Yo seguí caminando y ella se paró y dejó de reírse.
-¿Por qué no sigues?
-Hija, yo no puedo pasar a vuestro territorio, no tengo el gen.
-Pero...
-Ahora escúchame-dijo interrumpiéndome-tienes que volar hasta la cima del árbol, y te quedas ahí suspendida hasta que alguien vaya a buscarte. Sabrás que son de nuestro bando si cuando vengas vienen silbando. Si no, aléjate, corre, vuela, pero no dejes que te alcancen. Cuando termines, vuelve a la cabaña, pero andando, no quiero que corras riesgos.
-Gracias mamá.
-Anda, déjate de "gracias", que nos vamos a ver esta noche. Adiós.
-Adiós.-y dicho esto, emprendí el vuelo hacia el final de la copa del árbol.

1 comentario:

  1. Hola!! Aquí se empoza a poner la historia quizá demasiado ficticia pero me gusta, sigue así!!
    Suerte!!

    ResponderEliminar